Un proyecto del Instituto de Estudios Interdisciplinarios de la Niñez y Adolescencia (INEINA- UNA) desarrolló talleres con adolescentes de Puntarenas y Alajuela para promover el diseño de vida como estrategia educativa en contextos de vulnerabilidad social. La actividad se realizó, de abril a setiembre, en el Liceo de Esparza y en el Instituto de Alajuela, con el propósito de fortalecer la proyección personal y vocacional de estudiantes en riesgo de exclusión educativa.
El reciente informe del Estado de la Educación 2025 advierte sobre retrocesos críticos en los aprendizajes de estudiantes costarricenses y señala que la educación está dejando de funcionar como motor de movilidad social. Una de las consecuencias directas de este deterioro es el aumento de la deserción educativa entre adolescentes.
Según la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO) 2024, en Costa Rica el 7.7% de la población corresponde a personas entre los 17 y 19 años, el 53% de esta población reside en zona rural. De acuerdo con la Política Nacional de la Niñez y Adolescencia 2024-2036, citando las proyecciones del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), para el año 2036 se estima una población menor de edad (0 a 17 años) de 1.235.921 personas, y una reducción de 10 puntos porcentuales entre 2011 y 2036, debido a la disminución de la tasa de natalidad y el envejecimiento poblacional.
En el tema de pobreza, “el número de personas menores de edad que crecían en hogares en situación de pobreza alcanza el 34.8% de esa población; es decir, 470.668 personas menores de edad” (PNNA, 2024-2026)”. Esta misma política en su apartado de estado de situación señala que, de acuerdo con la encuesta nacional del IAFA (2018), la edad promedio de inicio de consumo de bebidas alcohólicas era de 13.8 años para el 2021.
Ante este panorama, el INEINA coordinó con los centros educativos mencionados la actividad Diseño de vida en personas en condición de vulnerabilidad social desde el enfoque de la carrera, liderada por la académica Cindy Artavia Aguilar, con participación del estudiante Geison Fuentes Arguedas. El estudio, de enfoque mixto secuencial con predominancia cualitativa, se desarrolló bajo un diseño sociocrítico.
Durante los talleres participaron 30 adolescentes del Liceo de Esparza y 20 del Instituto de Alajuela, todos provenientes de zonas socialmente vulnerables y en condiciones de riesgo social. Las sesiones facilitaron reflexiones sobre identidad, obstáculos personales y metas colectivas. El modelo aplicado, Diseño de Vida de Mark Savickas, comprende las etapas de acercamiento a la definición del problema, exploración del sistema de identidad, apertura a nuevas perspectivas, resolución de problemas y plan de acción y construcción.
Estas intervenciones socioeducativas demuestran cómo el diseño de vida se convierte en una estrategia clave para la construcción de proyectos vitales y vocacionales en jóvenes en condición de vulnerabilidad social. La construcción de metas, identificación de fortalezas, capacidades y aspiraciones ayuda a reducir la deserción educativa, fortalece la autoestima, mejora la motivación y contribuye a una ciudadanía con sentido de responsabilidad y proyección.
Entre los hallazgos más relevantes se evidenció que la mayoría de los adolescentes tienden a priorizar metas de corto plazo, como obtener ingresos inmediatos, mientras que solo un pequeño porcentaje proyecta estudios técnicos o universitarios. Las principales limitantes identificadas fueron el bajo ingreso económico, el miedo a la muerte, fracaso educativo, abuso de autoridad, problemas con la justicia, falta de apoyo familiar y el sistema educativo como factor de riesgo por situaciones relacionadas con grupos de pares en consumo y tráfico de drogas.
“Los adolescentes carecen de espacios de diálogo donde puedan narrar su realidad y proyectar alternativas. La orientación y la educación deben abrir estos espacios de reflexión para que visualicen un proyecto de vida más allá de la sobrevivencia”, destacó el equipo en sus conclusiones.
El estudio resalta la necesidad de que los centros educativos y los programas de orientación integren estrategias basadas en narrativas y construcción colectiva para que los jóvenes fortalezcan su autoconocimiento, resiliencia y capacidad de decisión. Además, incorporar el diseño de vida desde edades tempranas ayuda a contrarrestar la desigualdad educativa. Según el Estado de la Educación 2025, solo el 33% de jóvenes en Costa Rica completa estudios universitarios, y la brecha con la OCDE continúa creciendo con un rezago proyectado mayor para el año 2034.
Según Artavia, el diseño de vida se consolida como una herramienta de empoderamiento que trasciende la elección de carrera y se convierte en una vía para fomentar la equidad, la justicia social y el bienestar colectivo. “Representa una oportunidad para que el sistema educativo acompañe las trayectorias estudiantiles fomentando continuidad, pertinencia y sentido en el aprendizaje”, finalizó.
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Natalia Salas Gómez